BUNKER KM 104 NII

BUNKER KM 104 NII

ALCALA DE HENARES. BUNKER POLVORIN GUERRA CIVIL

BUNKER-POLVORIN DEL ZULEMA ALCALA DE HENARES

https://www.youtube.com/watch?v=dxcDReqhtnw

http://www.diariodealcala.es/articulo/general/12929/asi-fue-la-tragica-historia-del-polvorin

Alcalá de Henares y su Tierra
Lugares de interés en los alrededores del centro histórico

Antiguos polvorines militares de la Cuesta del Zulema


Ubicación del polvorín menos afectado (foto Google Maps 2008)
"Confirmándole conferencias telefónicas, tengo el sentimiento de comunicar a V.E. que sobre las veintiuna cuarenta y cinco horas día de ayer, explotó polvorín Zulema. Realizadas operaciones salvamento colaboración Autoridad Militar y Eclesiástica hasta momento que telegrafío número de víctima son siguiente: muertos diez, heridos graves cinco, leves treinta y tres. Daños materiales industria "Río Cerámica" destruida por completo donde se supone hay más víctimas, un Ventorro y tres casas campo. Dicho polvorín dista aproximadamente de la Ciudad dos kilómetros. Mayoría heridos leves son consecuencia rotura cristales. Por escrito amplío detalles y nombres víctimas. Salúdole. Alcalá de Henares 7 Septiembre de 1947. El Alcalde" (AMAH Leg. 1001/1)
Con este telegrama enviado por D. Félix Huerta Álvarez de Lara, alcalde accidental de la ciudad (en sustitución de D. Lucas del Campo, que se encontraba de viaje), se le comunicaba oficialmente al Gobernador Civil de Madrid el terrible hecho sufrido por Alcalá. Eran las primeras horas de un siete de septiembre negro para la historia de Alcalá.

Los polvorines

En enero de 1938, en plena Guerra Civil española (del 18 de julio de 1936 a 1 de abril de 1939), se construyeron al sur del río Henares aprovechando la orografía propicia de los cerros, dos polvorines militares, en la zona conocida como Barrancos de Azaña. La ubicación era ideal: en las proximidades de un núcleo urbano abundante en guarniciones militares, cercano a la capital, aprovechando los terrosos cerros de la margen izquierda del Henares, justo en frente del sólido puente de Zulema. Se ubicaban a ambos lados de la carretera que subía el Gurugú. El más cercano ocupaba el interior de una pequeña colina; el segundo depósito, se hallaba unos metros más al sur, junto a la Cuesta del Zulema.

La explosión de 1947 volatilizó en la práctica el primer depósito y la colina que lo cobijaba; en su lugar, un enorme socavón apenas dejaba rastro de su existencia. Al mismo tiempo, afectó al que se situaba junto a la Cuesta del Zulema, si bien la estructura interna de éste se mantuvo incólume.

Aunque las crónicas hablan comúnmente de un polvorín, y la mayor parte de la documentación civil hace alusión también al polvorín como uno solo, en realidad se trataba de dos instalaciones diferentes; aunque cercanas entre sí y parte del mismo complejo.
En palabras de Lledó Collada, "comenzaba 1938 cuando se decidió construir un túnel depósito de munición en la Cuesta de Zulema, en el inicio de la carretera de Alcalá a Loeches. La construcción se realizó en ese terreno aprovechando la existencia de una antigua cantera de arcilla que surtía la industria cerámica de Alcalá. La cantera estaba limitada por altas paredes en las que fueron excavadas dos galerías que formaban el túnel: una principal de 35 metros de longitud y la otra lateral de 10 m. de longitud". Situados formando una gran "T", los túneles semiesféricos se hallaban revestidos de hormigón con un espesor de 40 cm., un diámetro de 8 m., y un zócalo rectangular de 40 cm. de alto. Los primeros 6 metros se rebajaba este 'zócalo' hasta permitir una altura de 1,50 m., al objeto de facilitar la carga y descarga de camiones, estableciendo una especie de pequeña dársena. El conjunto se cerraba con una puerta de dos hojas de hormigón de 10 cm. de espesor, desplazables hacia los laterales sobre un raíl metálico. Todo esto se mantiene íntegro en la actualidad.
A su lado, se excavó otro habitáculo con la finalidad de servir como refugio antiaéreo. La memoria descriptiva no da muchos detalles, tan solo que disponía de 29 m² de superficie (actualmente oculto por derrumbes de tierra). Otras tres edificaciones de ladrillo en la explanada cobijaban al cuerpo de guardia y otros servicios. Una pista de poco más de 230 metros enlazaba la boca del túnel con la carretera de Loeches, trazando una amplia herradura. En total, poco más de 76.000 pesetas de la época fue el presupuesto de toda la obra.
Situación

Sin embargo, parece que hay una cierta confusión en los datos. El primer polvorín (por cercanía a la ciudad) se ubicaba junto al río, bajo una colina, en los terrenos que actualmente atraviesa la M-300 y donde se halla la perrera municipal. De este Depósito no hemos localizado por el momento documentación que hable de su estructura. Tampoco sobre el terreno quedó nada que lo pudiera identificar, aparte del inmenso socavón. Los investigadores que han tratado el tema, centrados principalmente en otros aspectos, confunden ambos depósitos. Aparte de ser habitual que se hable de un solo polvorín, las referencias que se aportan corresponden al segundo, aún existente, del que tenemos la descripción arriba indicada. ¿Eran depósitos gemelos? Ni el presupuesto ni la memoria conservados en el Archivo General Militar hablan de esta posibilidad. Pero tampoco permiten negarlo.
Las consecuencias
Este suceso se convirtió en uno de los grandes hitos populares de la historia de Alcalá. Por los efectos que causó sobre la población una explosión tan cercana, con tantas víctimas. También por el largo y complejo proceso que le siguió, donde se intentó localizar a los culpables de un supuesto sabotaje. Se aprovechó el incidente para llevar a cabo una purga política.

El conocido y frecuentado ventorro situado junto al puente, así como algunas casas cercanas, quedaron en completa ruina. La cercana fábrica de "Río Cerámica", que en el momento del accidente estaba en pleno funcionamiento, quedó arrasada. El mismo puente medieval del Zulema se vio seriamente dañado, si bien solo en su parte superior (pretiles y calzada). Lo que lamentablemente acabó dando justificación a su posterior demolición. También se registraron numerosos daños en casas y tapias de toda la ciudad, incluido el cercano Molino del Puente.

Cuentan las crónicas que en la ciudad no quedó un solo cristal que no se rompiera (en evidente hipérbole); que la bota de uno de los soldados de guarnición en el polvorín, fue encontrada en medio de la ciudad... con el pie del finado aún en su interior. Realidad o leyenda, son relatos que pasan de generación en generación.

Las víctimas

La explosión no solo causó destrozos en el núcleo urbano y en el ánimo de sus habitantes. Acabó cruelmente con la vida de los soldados destinados en el polvorín y los empleados de "Río Cerámica". 
Los numerosos heridos colapsaron el Hospital Militar, entonces ubicado en el antiguo convento de Mínimos. Fue necesario habilitar el Teatro Salón Cervantes para atender más heridos; se desviaron otros a hospitales de Madrid y Guadalajara. La ciudad, que no había terminado de dejar atrás la Guerra Civil, se encontraba de nuevo con el corazón en un puño.
Conmoción en la ciudad y alrededores. Al Ayuntamiento llegaban telegramas de condolencia de diferentes partes de España; ofrecimientos de ayuda... El día 9 se entierran las primeras 13 víctimas, en el Cementerio Municipal de Alcalá. Posteriormente, se añade el cuerpo de María Arizmendi Ortega, 'de 18 años, soltera, hija de José y Cristina, natural y vecina de Alcalá'. Había sido trasladada con heridas graves al Hospital Provincial de Madrid, donde falleció. La recuperación de cadáveres no cesaba. El día 14 de septiembre aparecía entre los escombros el cadáver del soldado Luciano García Herrero. El balance final fue de 24 muertos, más de una treintena de heridos de una cierta seriedad, e innumerables de menor consideración.
El 18 de septiembre, a las 11 de la mañana, tuvo lugar el populoso y sentido funeral, en la iglesia de Santa María la Mayor (Jesuítas). Para socorrer a las víctimas se alcanzó la cifra de 100.306,82 pesetas, obtenidas por suscripción popular y donaciones. Cantidad alta para la época y circunstancias; lo que evidencia el terrible impacto que supuso esta desgracia.

El proceso judicial que siguió a la explosión tuvo como resultado 8 penas de muerte realizadas; otras conmutadas. Y varias duras condenas de prisión para los supuestos implicados. Todo ello, pese a que los expertos de la Maestranza militar que examinaron los restos llegaron a la conclusión de que no había el más leve indicio que apuntara a un posible sabotaje. Más bien al contrario, pues los testimonios y pruebas reafirmaban la hipótesis del accidente como la más plausible.

Rescoldos
Pese a la evidencia, al día de hoy las especulaciones no han cesado. Si la voladura del polvorín fue debida a un acto de sabotaje de elementos subversivos contra el régimen franquista, o si fue tan solo una explosión fortuita del material almacenado en su interior (mantenido en condiciones precarias tras el cercano final de la guerra).
La realidad cuantificable es que, en aquellas postrimerías del verano de 1947, el polvorín complutense saltó por los aires dejando su impronta en la ciudad y sus habitantes, cambiando radicalmente la morfología de los cerros, dando origen a innumerables leyendas y rumores. Y nos dejó unos escasos restos, los metros finales de dos túneles, el segundo depósito, aún observables hoy día.

Restos que corren el riesgo de pasar inadvertidos y acabar bajo los movimientos de tierra del cercano vertedero municipal. Unos restos que son cicatriz e historia viva de Alcalá y su tierra, dignos de ser preservados.
 El municipio ha expropiado los terrenos recientemente, en lo que parece ser una futura ampliación del vertedero. Ahora le toca mover ficha al Ayuntamiento complutense. ¿Preservará el Patrimonio Histórico de Alcalá, o dará preferencia a fines más utilitarios y de cortas miras?

HOY HEMOS TOMADO ESTAS FOTOS EN EL POLVORIN QUE SIGUE EN PIE:












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